“Hace ciento treinta años, después de visitar el país de las maravillas, Alicia se metió en un espejo para descubrir el mundo al revés. Si Alicia renaciera en nuestros días, no necesitaría atravesar ningún espejo: le bastaría con asomarse a la ventana.” E. Galeano.
Y al asomarse a la ventana vería miseria y poder, hipocresía y mezquindad, consumismo y tristeza, ignorancia y miedo.
Los niños ya no sueñan con países maravillosos, tienen miedo de probar los pasteles que les convertirían en gigantes. Ya no persiguen a conejos blancos que llegan tarde, se han convertido en conejos blancos, esclavos del tiempo, estresados de por vida.
Los sombrereros ya no celebran la vida cada día, se han convertido en caras serias y esperanzas muertas.
La vida ya no pertenece a los vividores, la gente vive por hacer, por conseguir y por tener.
Los caminos ya no se hacen al andar, sino que se recorren sobre las huellas del pasado.
En el mundo al revés la educación deseduca, el amor duele, los sueños se quedan en la almohada, los ignorantes dan lecciones, las voces callan, el miedo gana la guerra contra los ideales, el tiempo acosa, se cosen las sonrisas, los políticos hablan de la necesidad de decir la verdad, el progreso se convierte en retroceso, la felicidad en consumismo, la religión en la más irrefutable de las ciencias y la desigualdad en la forma más justa de hacer que este mundo funcione.
Teranga
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